El equipo de Jupp Heynckes dio una lección de fútbol
y venció 4-0.
Arrollador
y elegante se mostró el Bayern de Münich en el día de ayer. Robben, Javi
Martínez y compañía destrozaron, literalmente, las aspiraciones del Barcelona
en esta Champions League. Sólidos en defensa, con garra en el centro del campo
y depredadores en la punta de ataque, un señor equipo. Lamentablemente el
equipo blaugrana no apareció ayer en el Allianz Arena. Irreconocibles los
jugadores del Barça, Messi desdibujado seguramente no estaba ni para jugar e
Iniesta se empeñó en algunas ocasiones en llevar el balón demasiado tiempo
cosido a la bota. A pesar de la derrota, no existe ni fin de ciclo ni historias
que les gusta vender en la casa blanca y que se han podido leer hoy en algún
periódico. De ésta el equipo se levantará.
Comenzaba
bien el encuentro con el Barcelona robando el balón a los pocos segundos. Pero
era sólo un espejismo. El equipo de Tito no lanzó entre los tres palos en todo
el partido, mientras que por su parte el Bayern no perdió su filosofía de
fútbol directo en ninguna ocasión. En esa primera parte, el equipo bávaro
protestó dos penaltis, que a priori sí que parecen, por sendas manos de Piqué y
Alexis. El asedio era evidente y el gol no tardaría en llegar, lo hizo Müller,
tras un centro de Lahm y posterior remate de Dante, que llegaría a la cabeza
del mediapunta alemán y le serviría para iniciar el marcador.
La
parte triste de la historia viene en la segunda parte, ¡qué segunda parte! El
rodillo alemán estuvo espléndido, qué partido de Javi Martínez que parecía que
se había multiplicado y habían tres en el campo. Cuarenta y cinco minutos que
el Barcelona debe recordar muy bien. He oído por ahí que son minutos para
olvidar, para nada, de esto se aprende y esto nos hará más fuertes. Primero
Mario Gómez, luego Robben y más tarde Müller, de nuevo, dejaban el marcador en
el cuatro a cero final. Lo peor de todo es que no podemos decir la frase
“demasiado castigo”, porque el resultado, aunque parezca sorprendente es más
que justo.
Si
hay algo que no me gustó ayer no fue simplemente la derrota, fue la acción de
Jordi Alba lanzando un pelotazo a la cara de Robben, por la que recibiría
amarilla. En el día de Sant Jordi hizo una chiquillada y se borró del encuentro
de vuelta, inaceptable. Por otro lado, Tito Vilanova estuvo muy lento en los
cambios y sólo supo sacar a Villa cuando quedaban siete minutos y el marcador
ya era contundente. A pesar de todo esto y mucho más, el Barça seguirá siendo
el Barça y el año que viene volveremos a pelear por esta preciosa competición.
Ahora es cuando todos los aficionados culés deben estar del lado de los
jugadores. Ahora se distinguen a las grandes aficiones. Som-hi Barça.
Pablo
Leiva.